Aquí no somos racistas. Aquí todos tenemos muchos amigos negros.
Esta es la historia de una persona extranjera que entra en un bar y remueve involuntariamente los secretos que escondían sus dos anfitriones.
Es tarde. Ni un alma por la calle. Es un bar cualquiera a punto de cerrar. Dentro, el dueño y su mejor amigo se toman la última. De pronto, un migrante que está perdido llama a la puerta y pide que le dejen cargar el móvil para llamar a su hija.
Al final de la noche, la versión que contarán a la policía es un clásico: el migrante no tenía papeles, entró avasallando, les atacó, quería robarles. Ellos sólo querían hacerle un favor, porque un favor se le hace a cualquiera. Quizá el problema es que no se le entendía nada de nada. Si no, allí no pasa nada.
